9.25.2015

LA PERFECTA VIDA SOCIAL DEL HOMBRE IMPERFECTO

Seamos sinceros: Dios envidia al hombre. ¿Por qué? Porque Él puede estar en todos los sitios pero a nadie tiene a su lado; Él puede crear cuanto desee pero no a un semejante al que contarle su día a día. Se tiene a sí mismo y con nadie más comparte sus alegrías y penas, su jornada y ocio. La soledad, sea o no divina, no deja de ser eso mismo: carencia de compañía. Y pocas cosas en la vida son más tristes que ese sentimiento que arruina cualquier experiencia como lo hace el sabor de una almendra amarga a un exquisito bocado.

Sí, es posible que los hombres seamos imperfectos, algunos más y otros menos, pero somos muchos. Somos muy distintos los unos de los otros, pero por ese motivo nos tenemos los unos a los otros. Y eso nos hace divinos cuando convivimos, cuando trabajamos juntos, cuando nos queremos, hacemos el amor o ayudamos al prójimo. Las personas son como eslabones de una cadena que a medida que se entrelazan forman una mayor y más resistente. Esas uniones tan magníficas reciben muchos y muy diversos nombres: amor para los familiares, amistad entre amigos, apoyo mutuo entre compañeros, cooperación entre entidades, sinergia en el ámbito laboral… Pero todas ellas responden a un mismo principio: dos siempre es mejor que uno.

Y aquello precisamente convierte la imperfección en virtud, en perfección al fin y al cabo. Tanto los éxitos como los fracasos, los aciertos y errores, están hechos para compartirlos con la gente que te rodea y, especialmente, con aquellos que quieres que permanezcan junto a ti y den forma y sentido a tu existencia imperfecta. En ocasiones, la gente da dolor de cabeza pero la soledad mata del todo.

De aquello se dio cuenta en su lecho de muerte un endiosado y solitario Ciudadano Kane. Afortunadamente, a ti seguramente te queden unos cuantos años de vida así que “socialízate”: ama, quiere, ayuda, trabaja, folla… Pero, sobre todo, disfruta de la vida junto a quienes están a tu lado y no te refugies en exceso en ti mismo. Lo bueno sólo llega a serlo y lo malo sólo deja de serlo en compañía, aquello que nos impide ser únicos pero a cambio nos hace perfectos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario