Seamos sinceros: Dios envidia al
hombre. ¿Por qué? Porque Él puede estar en todos los sitios pero a nadie tiene
a su lado; Él puede crear cuanto desee pero no a un semejante al que contarle
su día a día. Se tiene a sí mismo y con nadie más comparte sus alegrías y
penas, su jornada y ocio. La soledad, sea o no divina, no deja de ser eso
mismo: carencia de compañía. Y pocas cosas en la vida son más tristes que ese
sentimiento que arruina cualquier experiencia como lo hace el sabor de una
almendra amarga a un exquisito bocado.
Sí, es posible que los hombres
seamos imperfectos, algunos más y otros menos, pero somos muchos. Somos muy
distintos los unos de los otros, pero por ese motivo nos tenemos los unos a los
otros. Y eso nos hace divinos cuando convivimos, cuando trabajamos juntos,
cuando nos queremos, hacemos el amor o ayudamos al prójimo. Las personas son
como eslabones de una cadena que a medida que se entrelazan forman una mayor y
más resistente. Esas uniones tan magníficas reciben muchos y muy diversos
nombres: amor para los familiares, amistad entre amigos, apoyo mutuo entre
compañeros, cooperación entre entidades, sinergia en el ámbito laboral… Pero
todas ellas responden a un mismo principio: dos siempre es mejor que uno.
Y aquello precisamente convierte
la imperfección en virtud, en perfección al fin y al cabo. Tanto los éxitos
como los fracasos, los aciertos y errores, están hechos para compartirlos con
la gente que te rodea y, especialmente, con aquellos que quieres que
permanezcan junto a ti y den forma y sentido a tu existencia imperfecta. En
ocasiones, la gente da dolor de cabeza pero la soledad mata del todo.
De aquello se dio cuenta en su
lecho de muerte un endiosado y solitario Ciudadano Kane. Afortunadamente, a ti
seguramente te queden unos cuantos años de vida así que “socialízate”: ama,
quiere, ayuda, trabaja, folla… Pero, sobre todo, disfruta de la vida junto a
quienes están a tu lado y no te refugies en exceso en ti mismo. Lo bueno sólo
llega a serlo y lo malo sólo deja de serlo en compañía, aquello que nos impide
ser únicos pero a cambio nos hace perfectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario